martes, 17 de marzo de 2009

Canto a mí mismo, de Walt Whitman

Walt Whitman (E.E.U.U., 1819-1892) fue poeta, ensayista y periodista, pero sobre todo podríamos considerar que fue un humanista. Su obra se nos presenta como una lectura imprescindible, ya no sólo por su alcanze y por su fuerza, sino por la posterior influencia que tuvo en autores como D.H. Lawrence, Neruda o T.S. Eliot, entre otros. Whitman está considerado el padre del verso libre y uno de los poetas norteamericanos que goza ya de una inmutable inmortalidad en los anales de la literatura.
Pero, dejando a un lado la vanagloria que testifiquen los estudios sobre este peculiar autor, su obra es un depurado canto al ser humano que no deja indiferente. Su poesía está cargada de un amor intenso y sincero a la vida misma, la vida que latimos casi imperceptiblemente. Viene al caso una frase de Gustave Flabert, que decía: "las grandes inteligencias se centran en los grandes temas; pero las inteligencias poderosas observan los pequeños detalles", según ésto, me atrevo a afirmar que la obra de "El Tío Walt" es de una inteligencia exquisita, pues centra toda su fuerza literaria en la contemplación de los pequeños milagros cotidianos. Citaré también una frase de Unamuno que decía: "Sería maravilloso que comprendiésemos el verdadero milagro que supone estar vivos". Whitman pareció ser consciente de ese milagro en cada uno de sus versos.

Grosero, hambriento, místico, desnudo... ¡quién es aquél?¿No es extraño que yo saque mis fuerzas de la carne del buey? Pero ¿qué es el hombre en realidad? [...] Cuanto yo señale como mío, debes tú señalarlo como tuyo, porque si no pierdes el tiempo escuchando mis palabras. Cuando el tiempo pasa vacío y la tierra no es mas que cieno y podredumbre, no me puedo para a llorar. Los gemidos y las plegarias adobadas con polvo para los inválidos; y la conformidad para los parientes lejanos. Yo no me someto. Dentro y fuera de mi casa me pongo el sombrero como me da la gana.

Esta traducción pertenece a León Felipe. La más recomendada es la que hace Borges para la editorial Numen en la cual el autor argentino se toma ciertas licencias que, a gusto de muchos, embellecen esta obra primordial.