lunes, 13 de septiembre de 2010

Cuentos, Edgar Allan Poe

Los Cuentos de Edgar Allan Poe (1809-1849), en la exquisita traducción de Julio Cortázar, nos sumergen en un inquietante y lúgubre submundo lietrario. Imaginativo, sensorial, tétrico y sombrío, podrían ser algunos adjetivos para intentar definir estas pequeñas obras maestras de la literatura. Cabe recomendar, especialmente, los relatos policíacos del intuitivo detective Auguste Dupin.
Lo que propongo a continuación es un fragmento de su relato Berenice:

La desdicha es muy variada. La desgracia cunde multiforme en la tierra. Desplegada por el ancho horizonte, como el arco iris, sus colores son tan variados como los de éste, a la vez tan distintos y tan íntimamente unidos. !Desplegada por el ancho horizonte como el arco iris! ¿Cómo es que la belleza ha derivado un tipo de fealdad; de la alianza y la paz, un símil del dolor? Igual que en la ética el mal es consecuencia del bien, en realidad de la alegría nace la tristeza. O la memoria de la dicha pasada es la angustia de hoy, o las agonías que son se originan en los éxtasis que pudieron haber sido.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Poesía clásica china, por Guojian Chen

Para conocer la cultura del pueblo chino no es suficiente una antología de poemas modelo, pero sin duda alguna el lector aficionado encontrará un acercamiento bastante equilibrado en los versos que componen esta obra exquisita a cargo de G. Chen. El poemario comienza con el Shi Jing del s. XI a.C. y recorre las grandes dinastías como la Zhen o la Tang hasta llegar a la última, la Quing, que concluye en 1911.
La delicadeza del lenguaje y el rico valor sentimental de los poemas que aquí se recogen ofrece una clara muestra de los grandes maestro de la poesía oriental, desde emperadores aficionados a componer versos hasta pintores y músicos que también hicieron huella en la literatura de su país.
Como en todas las antologías, esta también intenta mostrarnos, pese a las limitaciones que conlleva una recopilación, un amplio abanico de autores y épocas. Lógicamente se concede un espacio mayor a los poetas mas trascendentes o renovadores como puede ser el caso de Li Bai o Tu Fü, pero todos los poetas aquí reunidos conservan al menos uno o dos poemas y su correspondiente reseña biográfica.
Es esta edición, como suele ocurrir en los trabajos de esta editorial, el prólogo es un importante punto de partida que nos situa y previene de lo que vamos a digerir. y resulta una pieza clave, tan importante como los poemas mismos.

domingo, 18 de octubre de 2009

Los hijos de la ira, de Dámaso Alonso

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POEMA: INSOMNIO
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas). A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro, y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna. Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla. Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid, por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo. Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre ? ¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?

lunes, 28 de septiembre de 2009

Utopía, de Tomas Moro

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Fragmento
Por eso Platón, con una bellísima comparación, explica por qué los sabios se mantienen alejados de los negocios públicos. Cuando ven a la multitud que se esparce por las calles bajo un chaparrón y no consiguen persuadirla de que se ponga bajo techo, percatándose de lo inútil que es salir y mojarse como los demás, se quedan en casa, contentos de hallarse a cubierto, ya que no pueden curar a los demás de su estupidez. No menos cierto me parece, amigo Moro, --para no ocultarle mi punto de vista-- que donde exista la propiedad privada, donde todos se midan por el dinero en todas las cosas, apenas se podrá lograr nunca que el Estado se rija equitativa y prósperamente, a menos que consideremos que está regido con justicia un Estado en el cual lo mejor pertenece a los peores, o que está dichosamente gobernado un país en el cual unos pocos se reparten todos los bienes, gozando de todas las comodidades, al paso que los más yacen en la miseria.
Así juzgo razonabilísimas y perfectamente legítimas las instituciones de los utópicos a quienes unas pocas leyes bastan para asegurar un excelente gobierno, donde el mérito es recompensado, donde la distribución igualitaria posibilita que todos disfruten la abundancia general. Al comparar esas costumbres con las de nuestros países, donde siempre se están promulgando leyes para la buena administración, pese a lo cual nunca se alcanza ésta suficientemente, donde cada uno llama `suyo' a lo que posee y todas las leyes susodichas no bastan para adquirir ni para asegurar los bienes, ni para deslindarlos de los otros, quienes también aducen sus derechos de propiedad privada --prueba de lo cual es el sinfín de pleitos que incesantemente surgen y que no acabarán nunca; cuando considero todo eso, digo, le doy la razón a Platón, no extrañándome de que rehusara hacer leyes para quienes no aceptaran la división equitativa de los bienes entre todos. Aquel hombre lleno de prudencia preveía con claridad que no hay más medio de salvar a un pueblo que la igualdad de bienes, cosa que no veo cómo pueda lograrse mientras exista la propiedad privada.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Tao Te Ching, de Lao Tse

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I.
El Tao que puede conocerse no es el Tao.La sustancia del Mundo es solo un nombre para el Tao.Tao es todo lo que existe y puede existir; El Mundo es solo un mapa de lo que existe y puede existir. Las experiencias externas sirven para sentir el Mundo, Y las experiencias internas, para comprenderlo.Los dos tipos de experiencia son lo mismo dentro del Tao; Son diferentes solo entre los hombres.Ninguna experiencia puede contener al TaoEl cual es infinitamente más grande y más sútil que el Mundo.
XVII.
Los mejores gobernantes son apenas conocidos por sus vasallos;Los siguientes mejores son amados y alabados;Los siguientes son temidos;Los siguientes despreciados:No tienen fé en sus vasallos,Por tanto, sus vasallos tampoco tienen fé en ellos.Cuando el mejor gobernante alcanza su objetivoSus vasallos lo celebran como si fuese el objetivo de ellos mismos.
XX.
No conozco nada y nada me preocupa.No veo diferencia entre sí y no.No veo diferencia entre bien y mal.No temo aquello que la gente teme en la noche.La gente está feliz como en una fiesta suntuosaO jugando en el campo en primavera;Pero yo permanezco tranquilo y vagabundeando,Como un recién nacido antes de aprender a sonreir,Solitario, sin hogar.La gente tiene lo suficiente y para compartir,Pero yo no poseo nada,Y mi corazón es ignorante,turbio y ensombrecido.La gente está rediante y segura,Mientras yo sigo ciego y confuso;La gente es inteligente y sabia,Mientras permanezco torpe e ignorante,Sin objetivo, como una ola en la superficie del mar,Sujeto a nada.

domingo, 9 de agosto de 2009

Diálogos escogidos, de Platón

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Fragmento de El Banquete
- Pues bien, así ocurre también con el amor. En general, todo deseo de lo que es bueno y de ser feliz es amor, "ese amor grandísimo y engañoso para todos". Pero unos se dedican a él de muchas y diversas maneras, ya sea en los negocios, en la afición a la gimnasia o en el amor a la sabiduría [filosofía], y no se dice ni que están enamorados ni se les llama amantes, mientras que los que se dirigen a él y se afanan según una sola especie reciben el nombre del todo, amor, y de ellos se dice que están enamorados y se les llama amantes.
- Parece que dices la verdad.
- Y se cuenta, ciertamente, una leyenda, según la cual los que busquen la mitad de sí mismos son los que están enamorados, pero, según mi propia teoría, el amor no lo es ni de una mitad ni de un todo, a no ser que sea, amigo mío, realmente bueno, ya que los hombres están dispuestos a amputarse sus propios pies y manos, si les parece que esas partes de sí mismos son malas. Pues no es, creo yo, a lo suyo propio a lo que cada cual se aferra, excepto si se identifica lo bueno con lo particular y propio de uno mismo y lo malo, en cambio, con lo ajeno. Así que, en verdad, lo que los hombres aman no es otra cosa que el bien. ¿O a ti te parece que aman otra cosa?
- A mí no, ¡por Zeus!.
- ¿entonces, se puede decir así simplemente que los hombres aman el bien?
- Sí.
- ¿Y qué? ¿No hay que añadir que aman también poseer el bien?
- hay que añadirlo.
- ¿y no sólo poseerlo, sino también poseerlo siempre?
- también eso hay que añadirlo. - entonces, el amor es, en resumen, el deseo de poseer siempre el bien.

sábado, 8 de agosto de 2009

Grandes ideas de la ciencia, de Isaac Asimov

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Capítulo 7: Aristóteles y Newton
Las ideas aristotélicas sobre el movimiento de los objetos fueron lo mejor que pudo ofrecer la mente humana durante casi dos mil años. Luego vino Galileo con otras mejores (véase capítulo 4). Allí donde Aristóteles creía que los objetos pesados caen más rápidamente que los ligeros, Galileo mostró que todos los objetos caen con la misma velocidad. Aristóteles tenía razón en lo que se refiere a objetos muy ligeros: era cierto que caían más despacio. Pero Galileo explicó por qué: al ser tan ligeros, no podían abrirse paso a través del aire; en el vacío, por el contrario, caería igual de aprisa un trozo de plomo que el objeto más ligero, pues éste no se vería ya retardado por la resistencia del aire. Unos cuarenta años después de la muerte de Galileo, el científico inglés Isaac Newton estudió la idea que la resistencia del aire influía sobre los objetos en movimiento y logró descubrir otras formas de interferir con éste. Cuando una piedra caía y golpeaba la tierra, su movimiento cesaba porque el suelo se cruzaba en su camino. Y cuando una roca rodaba por una carretera irregular, el suelo seguía cruzándose en su camino: la roca se paraba debido al rozamiento entre la superficie áspera de la carretera y las desigualdades de la suya propia. Cuando la roca bajaba por una carretera lisa y pavimentada, el rozamiento era menor y la roca llegaba más lejos antes de pararse. Y sobre una superficie helada la distancia cubierta era aún mayor. Newton pensó: ¿Qué ocurriría si un objeto en movimiento no hiciese contacto con nada, si no hubiese barreras, ni rozamiento ni resistencia del aire? Dicho de otro modo, ¿qué pasaría si el objeto se mueve a través de un enorme vacío? En ese caso no habría nada que lo detuviera, lo retardara o lo desviara de su trayectoria. El objeto seguiría moviéndose para siempre a la misma velocidad y en la misma dirección. Newton concluyó, por tanto, que el estado natural de un objeto en la Tierra no era necesariamente el reposo; esa era sólo una posibilidad. Sus conclusiones las resumió en un enunciado que puede expresarse así: Cualquier objeto en reposo, abandonado completamente a su suerte, permanecerá para siempre en reposo. Cualquier objeto en movimiento, abandonado completamente a su suerte, se moverá a la misma velocidad y en línea recta indefinidamente. Este enunciado es la primera ley de Newton del movimiento. Según Newton, los objetos tendían a permanecer en reposo o en movimiento. Era como si fuesen demasiado «perezosos» para cambiar de estado. Por eso, la primera ley de Newton se denomina a veces la ley de «inercia». (« Inertia », en latín, quiere decir «ocio», «pereza».)