jueves, 17 de diciembre de 2009

Poesía clásica china, por Guojian Chen

Para conocer la cultura del pueblo chino no es suficiente una antología de poemas modelo, pero sin duda alguna el lector aficionado encontrará un acercamiento bastante equilibrado en los versos que componen esta obra exquisita a cargo de G. Chen. El poemario comienza con el Shi Jing del s. XI a.C. y recorre las grandes dinastías como la Zhen o la Tang hasta llegar a la última, la Quing, que concluye en 1911.
La delicadeza del lenguaje y el rico valor sentimental de los poemas que aquí se recogen ofrece una clara muestra de los grandes maestro de la poesía oriental, desde emperadores aficionados a componer versos hasta pintores y músicos que también hicieron huella en la literatura de su país.
Como en todas las antologías, esta también intenta mostrarnos, pese a las limitaciones que conlleva una recopilación, un amplio abanico de autores y épocas. Lógicamente se concede un espacio mayor a los poetas mas trascendentes o renovadores como puede ser el caso de Li Bai o Tu Fü, pero todos los poetas aquí reunidos conservan al menos uno o dos poemas y su correspondiente reseña biográfica.
Es esta edición, como suele ocurrir en los trabajos de esta editorial, el prólogo es un importante punto de partida que nos situa y previene de lo que vamos a digerir. y resulta una pieza clave, tan importante como los poemas mismos.

domingo, 18 de octubre de 2009

Los hijos de la ira, de Dámaso Alonso

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POEMA: INSOMNIO
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas). A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro, y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna. Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla. Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid, por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo. Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre ? ¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?

lunes, 28 de septiembre de 2009

Utopía, de Tomas Moro

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Fragmento
Por eso Platón, con una bellísima comparación, explica por qué los sabios se mantienen alejados de los negocios públicos. Cuando ven a la multitud que se esparce por las calles bajo un chaparrón y no consiguen persuadirla de que se ponga bajo techo, percatándose de lo inútil que es salir y mojarse como los demás, se quedan en casa, contentos de hallarse a cubierto, ya que no pueden curar a los demás de su estupidez. No menos cierto me parece, amigo Moro, --para no ocultarle mi punto de vista-- que donde exista la propiedad privada, donde todos se midan por el dinero en todas las cosas, apenas se podrá lograr nunca que el Estado se rija equitativa y prósperamente, a menos que consideremos que está regido con justicia un Estado en el cual lo mejor pertenece a los peores, o que está dichosamente gobernado un país en el cual unos pocos se reparten todos los bienes, gozando de todas las comodidades, al paso que los más yacen en la miseria.
Así juzgo razonabilísimas y perfectamente legítimas las instituciones de los utópicos a quienes unas pocas leyes bastan para asegurar un excelente gobierno, donde el mérito es recompensado, donde la distribución igualitaria posibilita que todos disfruten la abundancia general. Al comparar esas costumbres con las de nuestros países, donde siempre se están promulgando leyes para la buena administración, pese a lo cual nunca se alcanza ésta suficientemente, donde cada uno llama `suyo' a lo que posee y todas las leyes susodichas no bastan para adquirir ni para asegurar los bienes, ni para deslindarlos de los otros, quienes también aducen sus derechos de propiedad privada --prueba de lo cual es el sinfín de pleitos que incesantemente surgen y que no acabarán nunca; cuando considero todo eso, digo, le doy la razón a Platón, no extrañándome de que rehusara hacer leyes para quienes no aceptaran la división equitativa de los bienes entre todos. Aquel hombre lleno de prudencia preveía con claridad que no hay más medio de salvar a un pueblo que la igualdad de bienes, cosa que no veo cómo pueda lograrse mientras exista la propiedad privada.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Tao Te Ching, de Lao Tse

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I.
El Tao que puede conocerse no es el Tao.La sustancia del Mundo es solo un nombre para el Tao.Tao es todo lo que existe y puede existir; El Mundo es solo un mapa de lo que existe y puede existir. Las experiencias externas sirven para sentir el Mundo, Y las experiencias internas, para comprenderlo.Los dos tipos de experiencia son lo mismo dentro del Tao; Son diferentes solo entre los hombres.Ninguna experiencia puede contener al TaoEl cual es infinitamente más grande y más sútil que el Mundo.
XVII.
Los mejores gobernantes son apenas conocidos por sus vasallos;Los siguientes mejores son amados y alabados;Los siguientes son temidos;Los siguientes despreciados:No tienen fé en sus vasallos,Por tanto, sus vasallos tampoco tienen fé en ellos.Cuando el mejor gobernante alcanza su objetivoSus vasallos lo celebran como si fuese el objetivo de ellos mismos.
XX.
No conozco nada y nada me preocupa.No veo diferencia entre sí y no.No veo diferencia entre bien y mal.No temo aquello que la gente teme en la noche.La gente está feliz como en una fiesta suntuosaO jugando en el campo en primavera;Pero yo permanezco tranquilo y vagabundeando,Como un recién nacido antes de aprender a sonreir,Solitario, sin hogar.La gente tiene lo suficiente y para compartir,Pero yo no poseo nada,Y mi corazón es ignorante,turbio y ensombrecido.La gente está rediante y segura,Mientras yo sigo ciego y confuso;La gente es inteligente y sabia,Mientras permanezco torpe e ignorante,Sin objetivo, como una ola en la superficie del mar,Sujeto a nada.

domingo, 9 de agosto de 2009

Diálogos escogidos, de Platón

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Fragmento de El Banquete
- Pues bien, así ocurre también con el amor. En general, todo deseo de lo que es bueno y de ser feliz es amor, "ese amor grandísimo y engañoso para todos". Pero unos se dedican a él de muchas y diversas maneras, ya sea en los negocios, en la afición a la gimnasia o en el amor a la sabiduría [filosofía], y no se dice ni que están enamorados ni se les llama amantes, mientras que los que se dirigen a él y se afanan según una sola especie reciben el nombre del todo, amor, y de ellos se dice que están enamorados y se les llama amantes.
- Parece que dices la verdad.
- Y se cuenta, ciertamente, una leyenda, según la cual los que busquen la mitad de sí mismos son los que están enamorados, pero, según mi propia teoría, el amor no lo es ni de una mitad ni de un todo, a no ser que sea, amigo mío, realmente bueno, ya que los hombres están dispuestos a amputarse sus propios pies y manos, si les parece que esas partes de sí mismos son malas. Pues no es, creo yo, a lo suyo propio a lo que cada cual se aferra, excepto si se identifica lo bueno con lo particular y propio de uno mismo y lo malo, en cambio, con lo ajeno. Así que, en verdad, lo que los hombres aman no es otra cosa que el bien. ¿O a ti te parece que aman otra cosa?
- A mí no, ¡por Zeus!.
- ¿entonces, se puede decir así simplemente que los hombres aman el bien?
- Sí.
- ¿Y qué? ¿No hay que añadir que aman también poseer el bien?
- hay que añadirlo.
- ¿y no sólo poseerlo, sino también poseerlo siempre?
- también eso hay que añadirlo. - entonces, el amor es, en resumen, el deseo de poseer siempre el bien.

sábado, 8 de agosto de 2009

Grandes ideas de la ciencia, de Isaac Asimov

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Capítulo 7: Aristóteles y Newton
Las ideas aristotélicas sobre el movimiento de los objetos fueron lo mejor que pudo ofrecer la mente humana durante casi dos mil años. Luego vino Galileo con otras mejores (véase capítulo 4). Allí donde Aristóteles creía que los objetos pesados caen más rápidamente que los ligeros, Galileo mostró que todos los objetos caen con la misma velocidad. Aristóteles tenía razón en lo que se refiere a objetos muy ligeros: era cierto que caían más despacio. Pero Galileo explicó por qué: al ser tan ligeros, no podían abrirse paso a través del aire; en el vacío, por el contrario, caería igual de aprisa un trozo de plomo que el objeto más ligero, pues éste no se vería ya retardado por la resistencia del aire. Unos cuarenta años después de la muerte de Galileo, el científico inglés Isaac Newton estudió la idea que la resistencia del aire influía sobre los objetos en movimiento y logró descubrir otras formas de interferir con éste. Cuando una piedra caía y golpeaba la tierra, su movimiento cesaba porque el suelo se cruzaba en su camino. Y cuando una roca rodaba por una carretera irregular, el suelo seguía cruzándose en su camino: la roca se paraba debido al rozamiento entre la superficie áspera de la carretera y las desigualdades de la suya propia. Cuando la roca bajaba por una carretera lisa y pavimentada, el rozamiento era menor y la roca llegaba más lejos antes de pararse. Y sobre una superficie helada la distancia cubierta era aún mayor. Newton pensó: ¿Qué ocurriría si un objeto en movimiento no hiciese contacto con nada, si no hubiese barreras, ni rozamiento ni resistencia del aire? Dicho de otro modo, ¿qué pasaría si el objeto se mueve a través de un enorme vacío? En ese caso no habría nada que lo detuviera, lo retardara o lo desviara de su trayectoria. El objeto seguiría moviéndose para siempre a la misma velocidad y en la misma dirección. Newton concluyó, por tanto, que el estado natural de un objeto en la Tierra no era necesariamente el reposo; esa era sólo una posibilidad. Sus conclusiones las resumió en un enunciado que puede expresarse así: Cualquier objeto en reposo, abandonado completamente a su suerte, permanecerá para siempre en reposo. Cualquier objeto en movimiento, abandonado completamente a su suerte, se moverá a la misma velocidad y en línea recta indefinidamente. Este enunciado es la primera ley de Newton del movimiento. Según Newton, los objetos tendían a permanecer en reposo o en movimiento. Era como si fuesen demasiado «perezosos» para cambiar de estado. Por eso, la primera ley de Newton se denomina a veces la ley de «inercia». (« Inertia », en latín, quiere decir «ocio», «pereza».)

Las analectas, de Confucio

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Aforismos y meditaciones:
"Cuando veas a un hombre bueno, trata de imitarlo; cuando veas a un hombre malo, reflexiona."
"Lo escuché y lo olvidé, lo vi y lo entendí, lo hice y lo aprendí."
“Leer sin meditar es una ocupación inútil"
"El hombre superior gusta de ser lento en palabras, pero rápido en obras"
"El mejor indicio de la sabiduría es la concordancia entre las palabras y las obras"
“El hombre más noble es digno, pero no orgulloso; el inferior es orgulloso pero no es digno”
“Transporta un puñado de tierra todos los días y construirás una montaña”
"Si un pájaro te dice que estás loco, debes estarlo, los pajaros no hablan"
"Nuestra mayor gloria no está en no caer jamás, sino en levantarnos cada vez que caigamos"
"Los que respetan a los padres no se atreven a odiar a los demás"
"Las atenciones a los padres son en vida porque después sólo queda el culto"
"Esperar lo inesperado. Aceptar lo inaceptable"
"Una casa será fuerte e indestructible cuando esté sostenida por estas cuatro columnas: padre valiente, madre prudente, hijo obediente, hermano complaciente."
"Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos"
"Estudia el pasado para pronosticar el futuro"
"Lo prudente no quita lo valiente."
"El hombre sabio busca lo que desea en su interior; el no sabio, lo busca en los demás"
"No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti, ni te hagas a ti lo que no le harías a los demás "
"El campo es la fuente de toda la riqueza humana."
"No te rindas nunca si quieres volver a casa"
"Sé como el sándalo que perfuma el hacha que lo corta"
"Oigo y olvido. Veo y recuerdo. Hago y comprendo"

viernes, 7 de agosto de 2009

Los mitos griegos, de Robert Graves

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Fragmento / Prólogo del autor
El verdadero mito debe distinguirse de:
1. La alegoría filosófica, como la cosmogonía de Hesíodo.
2. La explicación «etiológica» de mitos que ya no se comprenden, como el uncimiento por parte de Admeto de un león y un jabalí a su carro.
3. La sátira o parodia, como el relato de Sueno sobre la Atlántida.
4. La fábula sentimental, como el relato de Narciso y Eco.
5. La historia recamada, como la aventura de Arión con el delfín.
6. El romance juglaresco, como la fábula de Céfalo y Procris.
7. La propaganda política, como la Federalización del Ática por Teseo.
8. La leyenda moral, como la historia del collar de Erifile.
9. La anécdota humorística, como la farsa de Heracles, Ónfale y Pan en el dormitorio.
10. El melodrama teatral, como el relato de Téstor y sus hijas.
11. La saga heroica, como el argumento principal de la Ilíada.
12. La ficción realista, como la visita de Odiseo a los Feacios.
Sin embargo, pueden hallarse auténticos elementos míticos incrustados en las fábulas menos prometedoras, y la versión más completa o más esclarecedora de un mito determinado Tara vez la proporciona un solo autor; cuando se busca su forma original tampoco se puede dar por supuesto que cuanto más antigua sea la fuente escrita, tanto más autorizada ha de ser. Con frecuencia, por ejemplo, el travieso alejandrino Calímaco o el frívolo Ovidio augustal, o el sumamente aburrido Tzetzes, del último período bizantino, dan una versión de un mito evidentemente anterior a la que dan Hesíodo o los trágicos griegos; y la Excidium Troiae del siglo XIII es, en partes, míticamente más fidedigna que la Ilíada. Cuando se quiere explicar una narración mitológica o seudo-mitológica se debe prestar siempre una atención cuidadosa a los nombres, el origen tribal y los destinos de los personajes que en ella figuran y luego darle de nuevo la forma de ritual dramático, con lo cual sus elementos incidentales sugerirán a veces una analogía con otro mito al que se ha dado una torsión anecdótica completamente diferente y arrojarán luz sobre los dos.

martes, 4 de agosto de 2009

Los Ensayos, de Michel de Montaigne

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Filósofo, escritor, humanista y político correspondiente al período del Renacimiento, Michel de Montaigne (Francia, 1533-1592) es el padre del género conocido como Ensayo. Dominó las lenguas clásicas a la perfección antes que el propio francés. Estudió Derecho, se cree que en Toulouse. Sus libros han servido como referente a cientos de pensadores posteriores: en palabras de Charles du Bos, Montaigne es el más grande europeo de la cultura francesa; André Guide lo defendió como máximo representante de la literatura en francés, como lo era Goethe en Alemania o Dante en Italia. Los elogios a su colección de ensayos han sido vertidos por personalidades tan distinguidas y tan distintas como Orson Wells, Quevedo, Nietsche o Zweig.
Fuertemente influenciado por los clásicos de Grecia y Roma, con todos los rasgos que precisa la intelectualidad que preludiaba la Ilustración, su obra es de una reflexión profunda a la vez que desenfadada. Sus composiciones muestran, con una elegancia subrayable, un escepticismo que late cada vez con más fuerza y un pesimismo envolvente, matices éstos difíciles de encontrar en otros autores de su época. El tono coloquial en que están escritas estas pequeñas obras maestras provocan en el lector la satisfacción de comprender, como diría Borges, "grandes ideas expresadas con palabras pequeñas".
Un claro obstáculo con que frenará el lector son la cantidad de citas y anotaciones que relentizan la obra; más de mil notas que en su mayoría tienen raíz en la poesía latina. Una versión recomendada de los Essays es la que realiza su "ahijada" Marie de Gournay en 1595, tres años después de que el propio autor consagrase la que parecía versión definitiva de sus piezas; la versión de su "fille d´alliance" puede encontrarse traducida al castellano por la editorial El Acantilado.
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[Fragmento: Capítulo 2 / Libro I.]
No es, pues, en el vivo y más enérgico calor del acceso cuando lanzamos nuestras quejas y proferimos nuestras persuasiones; el alma está demasiado llena de pensamientos profundos y la materia abatida y languideciendo de amor; de lo cual nace a veces el decaimiento fortuito que sorprende a los enamorados tan a destiempo, u la frialdad que los domina por la fuerza de un ardor extremo en el momento mismo del acto amoroso. Todas las pasiones que se pueden aquilatar y gustar son mediocres: Curae leves loquuntur, ingentes stupent. (Cuando ligeras se formulan, cuando extremas son mudas. Séneca Hipp., acto II, escen. 3, v. 607. N. del T).
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* La fotografía corresponde a una edición ilustrada por Salvador Dalí.


martes, 17 de marzo de 2009

Canto a mí mismo, de Walt Whitman

Walt Whitman (E.E.U.U., 1819-1892) fue poeta, ensayista y periodista, pero sobre todo podríamos considerar que fue un humanista. Su obra se nos presenta como una lectura imprescindible, ya no sólo por su alcanze y por su fuerza, sino por la posterior influencia que tuvo en autores como D.H. Lawrence, Neruda o T.S. Eliot, entre otros. Whitman está considerado el padre del verso libre y uno de los poetas norteamericanos que goza ya de una inmutable inmortalidad en los anales de la literatura.
Pero, dejando a un lado la vanagloria que testifiquen los estudios sobre este peculiar autor, su obra es un depurado canto al ser humano que no deja indiferente. Su poesía está cargada de un amor intenso y sincero a la vida misma, la vida que latimos casi imperceptiblemente. Viene al caso una frase de Gustave Flabert, que decía: "las grandes inteligencias se centran en los grandes temas; pero las inteligencias poderosas observan los pequeños detalles", según ésto, me atrevo a afirmar que la obra de "El Tío Walt" es de una inteligencia exquisita, pues centra toda su fuerza literaria en la contemplación de los pequeños milagros cotidianos. Citaré también una frase de Unamuno que decía: "Sería maravilloso que comprendiésemos el verdadero milagro que supone estar vivos". Whitman pareció ser consciente de ese milagro en cada uno de sus versos.

Grosero, hambriento, místico, desnudo... ¡quién es aquél?¿No es extraño que yo saque mis fuerzas de la carne del buey? Pero ¿qué es el hombre en realidad? [...] Cuanto yo señale como mío, debes tú señalarlo como tuyo, porque si no pierdes el tiempo escuchando mis palabras. Cuando el tiempo pasa vacío y la tierra no es mas que cieno y podredumbre, no me puedo para a llorar. Los gemidos y las plegarias adobadas con polvo para los inválidos; y la conformidad para los parientes lejanos. Yo no me someto. Dentro y fuera de mi casa me pongo el sombrero como me da la gana.

Esta traducción pertenece a León Felipe. La más recomendada es la que hace Borges para la editorial Numen en la cual el autor argentino se toma ciertas licencias que, a gusto de muchos, embellecen esta obra primordial.

lunes, 23 de febrero de 2009

Evangelio, según San Juan

Para la lectura que recomiendo de la obra de San Juan Evangelista, es necesario despojarse de ciertos prejuicios que le vinculan invariablemente a la Religión. Sólo pretendo que se lean sus dos grandes obras, Evangelio y Apocalipsis, de un módo hedónico, lejos de teorías o significados que fueron luego añadidos a posteriori. Recomiendo estas lecturas como quien lee a uno de los más grandes poetas místicos de la humanidad.
Su obra está llena de símbolos que, como tales, tienen infinidad de matices, y pueden ser interpretado de cientos (si no miles o infinitas) formas distintas. En cualquier caso, estos escritos son indispensables y sirven también como acercamiento o primera toma de contacto a uno de los libros más interantes de la historia, La Biblia.

[Fragmento del Evangelio]
[1] En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba ante Dios, y la Palabra era Dios. [2] Ella estaba ante Dios en el principio. [3] Por Ella se hizo todo, y nada llegó a ser sin Ella. Lo que fue hecho [4] tenía vida en ella, y para los hombres la vida era luz. [...] Al creer en su Nombre [13] han nacido, no de sangre alguna ni por ley de la carne, ni por voluntad de hombre, sino que han nacido de Dios. [14] Y la Palabra se hizo carne,

Poema de Gilgamesh, Anónimo

En palabras de Jorge Luis Borges: "Tal vez no sólo cronológicamente es la primera epopeya del mundo; diríase que todo está ya en este libro babilónico". El poema de Gilgamesh es un escrito que data del año 3.700 a.C. Los fragmentos de las tablillas de barro cocido donde se había dejado grabadas las azañas del rey de Uruk fueron halladas en el siglo XIX, en la región perteneciente a Mesopotamia. Cientos de historiadores y eruditos han ido dando forma al poema para descifrar esta apasionante obra escrita en lengua acadia, teniendo ésta su origen en cinco poemas sumerios antiguos.
El poema trata de la eterna lucha del hombre con la muerte. Su protagonista, el rey Gilgamesh (el que ha visto lo Profundo) se lanza en busca de la inmortalidad realizando en su camino grandes hazañas y proezas memorables. La gran moraleja de este poema épico, imprescindible en cualquier biblioteca, es como el hombre consigue la inmortalidad en lo que podría ser "la vida de la fama" de la que luego hablaría Jorge Manrrique, es decir, auqnue uno muera, la obra que deje le hará inmortal.
Muchos estudios han relacionado las aventuras de Gilgamesh con otros escritos clásicos: El Diluvio (muy similar al Diluvio Universal de la Biblia), es un buen ejemplo. Y hay cientos de paralelismos de cómo estas tablillas pudieron influenciar a otras culturas, la Grecia clásica entre ellas.
[Fragmento, Tablilla I]
El que ha visto lo Profundo, los cimientos del país,
que conocía ..., era sabio en todas cosas.
Él, en todas partes ...
y aprendió de todas las cosas la suma de la sabiduría.
Vio lo que era secreto, descubrió lo que estaba oculto,
volviendo a traer un relato de antes del Diluvio.

domingo, 8 de febrero de 2009

Sendas de Oku, de Matsuo Basho

Matsuo Basho (1644-1694, Japón), está considerado como el padre de la poesía zen. Basho significa algo así como hojas de banano, y fue el apodo con el que fue conocido, pues la cabaña donde compuso parte de su obra tenía el techo recubierto con hojas de plátano.
Reinventó el haikü, forma poética tradicional que consiste en capturar un instante en un breve aforismo. Aunque el haikü estuvo siempre latente en la poesía japonesa, cobrando un importante auge en La novela de Genji (posiblemente la obra más perfecta de literatura de Japón), fue con Basho que ésta métrica pasó a ser piedra angular de la poesía posterior.
Su libro Sendas de Oku (o Senda hacia tierras hondas) es un apasionante cuaderno de viaje narrado a modo de poemas breves. La traducción más conocida, también la más recomendada, es la del poeta mexicano Octavio Paz, que en colaboración con Eikichi Hayashiya, ofrece no sólo un acercamiento al rico mundo interior del poeta, sino también una aproximación a la propia mente del autor, indagando en que querría transmitir en estos pequeños pero exquisitos versos. Su haiküs más célebre dice:

Furu ike ya
kawazu tomikobu
mizu no oto
(Un viejo estanque silencioso
de pronto salta una rana
!Zas! Chapoteos)
Ha sido interpretado de muchas formas. Personalmente, me inclino por la teoría que afirma lo siguiente: En el primer verso se muestra el estanque (la eternidad), en el segundo la rana (ser efímero y mortal, como el hombre) y concluye con chapoteo que esta produce en el estanque (el eco de una vida en el tiempo).

domingo, 1 de febrero de 2009

El arte de amar, de Ovidio

Publio Ovidio Nasón (Roma, año 43 a.C - 17 d.C) es, junto con Virgilio, uno de los poetas latinos más reconocidos de la antiguedad.
Aunque se destaque las Metamorfosis como su gran obra maestra de madurez, el placer de encontrar una lectura tan amena como el Ars Amandi (arte de amar) ha seguido cautivando a sus lectores muchos siglos después. El poeta aborda el tema principal, -el amor, fuente de inspiración de infinidad de autores-, con una perspectiva muy distinta a la que encontramos en poetas anteriores. Ovidio imprime un matiz más mundano y superficial, con un estilo claro, directo y analítico, y siempre sin perder el gusto por la búsqueda de metáforas y otros recursos líricos.
Podríamos afirmar que Ovidio escribe un manual de cómo satisfacer las necesidades carnales, un diario del hombre que ansía cortejar a una mujer, todo un vademecum de tácticas y pericias que siguen atrayendo el interés de los lectores. Pues, el asunto del que trata (el amor arrastrado por los deseos y placeres de la carne), tiene un fondo que forma parte de historia misma de la humanidad.
[Fragmento]
Las mesas de los festines brindan suma facilidad para introducirse en el ánimo de las bellas, y proporcionan además de los vinos otras delicias. Allí, con frecuencia, el Amor de purpúreas mejillas sujeta con sus tiernos brazos la altiva cabeza de Baco; cuando el vino llega a empapar las alas de Cupido, éste queda inmóvil y como encadenado en su puesto; mas en seguida el dios sacude las húmedas alas, y entonces, ¡desgraciado del corazón que baña en su rocío!

domingo, 25 de enero de 2009

Rubaiyat, de Omar Khayyam

Umar ibn al-Jayam (Omar Khayyam) (Persia, ¿1040 d.C – 1124 d.C?) está considerado como uno de los grandes poetas de la literatura persa.
Los temas principales de las Rubaiyats son el paso del tiempo y la insignificancia del individuo. Difíciles cuestiones que el poeta logra disuadir con el amor, la conciencia propia de existir y los dulces delirios de la embriaguez. Con una fuerte inclinación al carpe diem latino, el amor de Jayam es un amor descomunal a la vida, amor a los actos que se hacen con convencimiento, amor a las altas y bajas pasiones del hombre.
Contemplar un atardecer, tomar una ánfora de vino o permanecer, simplemente, en compañía de la bienamada, son las lecciones que lega este tratado de lo humano, fruto de una vida melancólica a la vez que libertina, en la que el goce y los placeres efímeros tienen la misma valía que el conocimiento, la necesidad de un universo que ofrezca explicaciones o, incluso, igual de importantes que la propia Religión.

I.
Todos saben que jamás murmuré una oración. Todos saben también que jamás traté de disimular mis defectos. Ignoro si existen una Justicia y una Misericordia. Si las hay, estoy en paz, porque siempre fui sincero.
"II.
¿Qué vale más? ¿Examinar nuestra conciencia ante la mesa de una taberna o postrarnos ante una mezquita con el alma ausente? No me preocupa saber si Dios esxiste ni el destino que me reserva".